Aunque muchos lo vean como una meta inalcanzable, este logro lo debo únicamente a dos factores: un conocimiento a 360 grados de los mercados, y una metodología adecuadamente planeada.

Ya desde pequeño, tenía claro que yo mismo tenía que diseñar mi propio camino hacia el bienestar económico. Aunque nací y crecí en una familia donde afortunadamente nunca faltó el dinero, nadie me regaló nada y cada euro me lo tenía que ganar yo solito. Mis padres son ambos profesores, y nunca me han dado ni prestado nada. El único de la familia que una vez me dio dinero (de verdad), fue mi abuelo, quien a mis 17 años me entregó 10.000 euros… ¡para que los invirtiera en bolsa!

Perdí buena parte de esos 10.000 euros, pero ese capítulo de mi vida reforzó aún más mi creencia de que estaba en mi mano lograr la tranquilidad financiera, y que tenía que asumir la responsabilidad de construir yo mismo mi propia fortuna, si quería vivir la vida que quería vivir. Nadie podía hacerlo por mí.

¿Dónde me llevó todo esto? Empecé a formarme con los mejores mentores para poder tomar decisiones acertadas con mi dinero, y para que nunca más me volviera a pasar lo que, por simple falta de conocimiento, me pasó con el dinero de mi abuelo.

Gracias a esa formación, y aplicando un método que yo mismo creé y perfeccioné, mis operaciones empezaron a dar los resultados que buscaba… hasta el punto que con tan sólo 27 años, y casi sin darme cuenta, me encontré con el dinero suficiente y adecuadamente gestionado para no tener que trabajar ni un solo día más de mi vida: lo que se conoce comúnmente como libertad financiera.

Hoy persigo la misión de ayudar a cuantas más personas, mejor a poder crear un futuro libre de preocupaciones  económicas.

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